martes, 28 de enero de 2014

#053 India. Varanasi. La ciudad con mas encanto.

Varanasi, India.

Llegar de madrugada a una ciudad no es bueno, pero si es en India el shock puede ser mayor. Por la noche quedan los restos de basura de los mercadillos, las cagadas de vacas y perros que hay por doquier y oscuras y estrechas calles mal adoquinadas y llenas de barro. Quizás alguna rata corretea de un lado a otro en busca de refugio. Poco a poco, se puede obervar el despertar de la ciudad, como si de una vieja máquina de engrasar se tratase, los comerciantes empiezan a abrir sus minúsculos locales, los motoristas usan sin descanso sus claxos y los dueños de tuktuk se vuelven locos buscando clientes. Cuando el sol asoma los lavanderos ya tienen su ropa limpia y secándose en escaleras o colgadas de cualquier esquina y un mar de gente inunda las calles que no son aptas para claustrofóbicos.

Mis amigas las vacas.

Namaste!, te saludan para atraer tu atención. Incluso los mas avispados te hablan en tu idioma. Vendedores de fruta, juguetes, pantalones y camisetas, azucarados postres caseros, como las cuajadas o el 'Gulab jamun' (mi favorito), kioskos donde comprar agua embotellada y papel higiénico (dos compras habituales), incluso algunos te ofrecen hachis y marihuana, o pastas del 'amor', hechas también con alucinógenos. Hay mucha oferta y tan poca demanda que te persiguen, te agarran del brazo y te cuentan largas historias haciéndose los simpáticos con tal de sacarte unas rupias. 

Perros tomando el sol y esperando las galletas de Virginia.

Ante tal torbellino de país podría sacar mi lado serio y rudo de Valladolid, pero ya no viajo solo. Virginia, otra mochilera de provincias, también pucelana, saca el lado simpático y su sonrisa para compensar mi bordería. Juntos vamos a recorrernos el norte de India y así compensar mis pesados y largos meses de viaje, en el que ya no soporto que me intenten tangar, con su amor y paciencia por el ser humano. Tanto es así que los indios le hacen fotos y quieren casarse con ella (verídico).

Tomando el sol. Varanasi.

Tardamos dos días desde que salimos de Kadmandu hasta llegar a Varanasi. Varios buses, un carro con caballo, trenes y varias horas de retraso tuvimos que soportar para disfrutar de esta mística ciudad. Para cualquier occidental, la descripción con la que empiezo el post podría echarle para atrás venir a este país, pero asumiendo este caos, se puede disfrutar de una rica y ascentral cultura.

Varanasi, India.

El rio Ganges es el corazón no solo de Varanasi si no de la India. Miles de personas viajan a esta ciudad a esperar la hora de su muerte para así ser incinerado y arrojado al río. Unas aguas sagradas en las que la gente lava la ropa, se baña y tira tanto cadáveres humanos como de animales. La ciudad tiene un gran atractivo que nos ha hecho sentirnos tan a gusto aquí que nos hemos quedado casi una semana. 

Hugo nos mostro el mejor lado de Varanasi: tarta de manzana.

Quizás fue que el primer día nos encontrásemos con Hugo, un mexicano que viajaba por tercera vez a la India y que nos enseñó sus rincones favoritos. El preferido era un restaurante nepalí donde nos habituamos a ir y empezamos a hacer amistad con mas turistas. La calle de nuestro hostal nos ha atrapado, no solo por ver a sus vendedores, a los cuales les saludábamos cada día, sino que también por sus perros callejeros. Sí, gracias a Virginia, una minúscula parte de nuestro presupuesto lo gastamos en comprar galletas para alimentar a estos animales. Incluso, a las vacas, que también les gusta este dulce, tanto es así que una de ellas se metió entre dos bicicletas para conseguir acercarse a mí. Ver a una enorme vaca venir a cámara lenta hacia mi fue una gran experiencia.


jueves, 23 de enero de 2014

#052 Nepal. Meditación vipassana.

Kadmandu

Sonó la campana, una y otra vez. Era el primer aviso a las cuatro de la mañana. Tras el segundo, media hora después, salí de mi habitación, frotándome la ropa para entrar en calor y acurrucado en una manta. Me dirigí al Hall junto al resto de gente. La paz y el silencio emanaba en cada esquina. El cielo era una postal llena de estrellas. Antes de entrar en el Hall, me descalcé y fui a mi cojín, el G5. En la parte derecha estábamos los hombres y a la izquierda las mujeres. Era el único lugar donde coincidíamos. Hice un par de estiramientos y me senté cruzando las piernas, cerré los ojos y respiré. Empezaba así uno de mis días en el curso de meditación de vipassana.

Este curso me lo recomendó mi amigo Pablo y me pareció tan interesante que se me quedó clavado a fuego durante mi estancia en Manchester, donde coincidí con otra amiga, Nuria, que me habló de la gran experiencia que vivió durante este curso. La idea es conocerse a uno mismo y gracias a esta técnica de meditación te enseña un camino para ello. A mí me ha convencido.
Budistas meditando por la paz mundial, Kadmandu

Cualquier persona que le hablas de meditar lo relaciona con el budismo y su religión, pero nada mas lejos de la realidad. Vipassana es una técnica que pueden practicar creyentes y ateos porque no es mas que meditar y observar las sensaciones de tu cuerpo. Parece poco, pero cuando estas concentrado llegas a experimentar por ti mismo tu propio cuerpo, ya que su objetivo es ese: conócete a ti mismo y entenderas el universo (eso es lo que decian los griegos, no?)
El curso es duro, ya que tienes que estar durante diez días en silencio y meditando diez horas parando para desayunar a las seis, comiendo a las once y merendando a las seis de la tarde. Como he dicho, te levantas a las cuatro y te acuestas a las nueve. El curso mas sencillo es de de diez días y es gratis, ya que solo aceptan donaciones. Incluso toda la gente que ayuda en cocina y limpieza son voluntarios. 

Kadmandu

El silencio, que tanto llama la atención, fue lo de menos. Lo mas duro en mi caso fueron tantas horas sentado con las piernas cruzadas. Mis rodillas, piernas y espalda me dolían y tenía que cambiar de posición con frecuencia, por lo que la meditación se cortaba. Aun así, logré por momentos dominar mis pensamientos, centrarme y observar que lo que uno siente, sea bueno o malo, surge y desaparece (La esencia del vipassana). Esta simple aceptación de la vida es algo natural que muchas veces nos cuesta dominar en nuestra mente. Todo en el universo surge y desaparece, pero nuestro cerebro nos ha acostumbrado (o le hemos acostumbrado) a pensar en el pasado y en el futuro, mientras no disfrutamos del presente. No hemos aprendido a dominar nuestros sentimientos.

En definitiva, vipassana pretende que una vez que te conozcas, seras mas feliz y, en consecuencia, repartirías felicidad al resto del mundo. Si todos fuéramos felices, todo sería mucho mejor, ¿no? 

Para los mas interesados echar un vistazo a su web.


lunes, 13 de enero de 2014

#051 Nepal. De Kadmandu a los lagos de Pokhara.


El templo de los monos 
Después de casi veinte horas en aeropuertos y que un viejo pakistani me intentara convencer de que me hiciera musulman (con el argumento mi religion tiene la razon y punto),  llegué a la capital nepalí a las ocho de la tarde. El proceso de la visa te muestra un resumen del tipo de país al que has llegado; una sala vieja y señores detrás de un escritorio sin ordenador (todo papeleo), es como aparecer en la España de los años sesenta, por lo que me sentí como Paco M. Soria. Rellené un formulario, pagué 40$ por un mes de visa y me pusieron la pegatina en el pasaporte. Era de noche y los taxistas se relamían al ver a los turistas. 400R era el precio que me dijeron que había que pagar para llegar al centro y me costó conseguirlo. Si hubiese ido con mas gente, hubiera compartido gastos (pega de ir solo).
Kadmandu, Nepal.
Pasé una noche en Kadmandú porque al día siguiente iba a Pokhara a pasar las navidades con Mada, Marc y Virginia. Llegar de noche a esta ciudad por primera vez me dejó un poco en shock. Calles sin asfaltar, miles de baches y socabones, sin aceras, vacas y perros husmeando en las basuras que estan esparcidas en cada esquina (es dificil encontrar un contenedor). Llegue al centro neurálgico de la ciudad: Thamel y estaba a oscuras (En Nepal se corta la electricidad cada dos por tres), por lo que mi lado de mochilero de pronvincias lo vivi en estado puro. Era tarde, por lo que entré en un hostal que reconocí de haber leído en blogs. Marco polo. Todavía no estaba acostumbrado a regatear, por lo que cogí la habitación (500R) y compré el billete para Pokhara (700R). Me eché a dormir con una sensacion un tanto de acojono.
Un servidor, Mada, Marc y Virginia en el lago de Pokhara.
Al día siguiente estaba mas animado. Pokhara estaba en mi mente desde que escuché a los Héroes del silencio hablar sobre su lago allá por los noventa y mi sueño se iba a cumplir. Durante el trayecto hablé con un estudiante nepalí de medicina. Me comentó que su carrera, la mas cara, costaba ocho mil euros (sus padres, sin duda, eran ricos). Pasé tres días en Pokhara, una ciudad grande, con una enorme calle para turistas que, alejándonos de ella, descubrimos la verdadera cara de sus habitantes. A pesar de ver familias y niños viviendo con poco, no les faltaba una sonrisa y ganas de compartir el fuego que habían preparado en la calle para calentarse. Namasté y una sonrisa.
Bandipur.

Bandipur

Viajamos a Dumre en bus local, con un conductor un poco loco para visitar Bandipur. Un pueblo en lo alto de una colina rodedo de unas vistas impresionantes, unas calles encantadoras, muy acogedor y siempre encontrando una sonrisa en sus habitantes. Increibles la sensacion de tranquilidad de este sitio.  Tras una noche alli, Virginia y yo nos fuimos a Kadmandú. Esta vez, para descubrir la verdadera cara de la capital nepali. Thamel es un barrio para los turistas, llenos de bares, tiendas y todo tipo de necesidades para los occidentales, pero si sales a una calle cercana encuentras locales para comer por poco (Hacen un pan de muerte). La ciudad tiene unos cuantos sitios para visitar, como Patan y el famoso templo de los monos, que nosotros visitamos por la tarde para no pagar. Es curioso que los turistas tengamos que pagar por pasar a una plaza que esta llena de mierda, como el resto de la ciudad, en fin, cosas que pasan. En Patan, un barrio al sur de la capital, evite pasar por caja dando rodeos para ir a ver su famosa Durbar square y descubrimos que el propio barrio escondia rincones mas interesantes que la propia plaza llena de turistas. De hecho alli estuvimos haciendo fotos hasta que un tipo me dijo que tenia pagar y le dije que no, que ya me iba. (Todo por ahorrar un par de euros).
Durbar Square donde me echaron por no pagar.

Jugue con este chaval al criquet y demostre lo malo que soy.

En Kadmandu pasamos la nochevieja los cuatro y al dia siguiente me iba con Marc y Mada a un curso de meditacion de vipassana. Una experiencia que explicare con detalle en la proxima entrada. Una experiencia que me ha hecho recapacitar mucho. 

Amigos, os deseo un feliz 2014!! 





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