domingo, 22 de marzo de 2015

Galicia #02 Miña Terra Galega.


A Coruña


En cuatro días me planifiqué un viaje “on the road” por Galicia. Alquilé un coche en Valladolid y me fui a A Coruña donde disfruté de guitarreo y pulpo, en Santiago de Compostela paseé por su casco viejo y estuve en la famosa Praxa de Obradoiro, visité las rias baixas, me volví loco para aparcar en Vigo, viajé en el tiempo a los años del descubrimiento de América en la Arribada de Baiona y alcancé el éxtasis en el Castro de Santa Trega viendo la desembocadura del Miño.


A CORUÑA

Si llegar a una ciudad que desconoces a pie o en bus es complicado, conduciendo es una ardua tarea. El GPS mas que ayudar te hace sentirte torpe, como si te hubieras sacado el carnet y llevaras la L en la frente. Llegué de noche, cuando la gente volvía del trabajo, por lo que los locales mas avispados me miraron con mala cara en las primeras rotondas. No sé cómo salí del atasco de la entrada y terminé aparcando en el paseo marítimo, donde no hay zona azul, muy cerca de la casa de Toño, el couchsurfer que me invitó a su piso.

Toño me prometió guitarreo aquella noche y cumplió su palabra. Nos fuimos de tapas y probé la deliciosa Cerveza Estrella Galicia 1906, todo un descubrimiento. Después fuimos al “guitarreo”. Un hombre, ataviado con un altavoz y un micro, nos deleitaba con sus canciones en una esquina del bar. El sitio ni era grande ni tenía escenario. El cantante, asiduo al bar los miércoles, improvisaba canciones con simpatía mientras el público le acompañaba. Una agradable manera de alternar en la ciudad.
Torre de Hércules

Al día siguiente, me desperté pronto. Mi estómago sentía el peso de la bañera de licor de café que nos habíamos tomado antes de acostarnos. Toño me mostró el balcón desde el que pude ver el frío amanecer coruñés. Sin duda alguna, las vistas desde ese largo edificio eran un privilegio. Me despedí de ellos y me fui a visitar el centro de la ciudad: las fachadas del puerto, la Plaza María Pita, y a disfrutar de cómo amanecía la ciudad. Paseé por sus calles mientras los comercios abrían o descargaban las furgonetas. En definitiva, el vaivén de la gente yendo al trabajo. Una de las visitas obligadas era la Torre de Hércules (cuesta 3 euros subir las escaleras. Gimnasio barato). Hay aparcamiento gratis y, además, me fijé que tenían zona para coches eléctricos. (Supongo que la recarga no sería gratis). Las vistas de la costa y los alrededores ajardinados son espectaculares. En menos de media hora y disfrutando del paseo marítimo llegue a otra zona imprescindible como es el Parque de San Pedro. Vistas formidables de la ciudad y un poco de historia con sus enormes cañones apuntando al mar. Coincidí con la tropa de politicuchos inaugurando el regado automático del parque.
Playa Arteixo

Toño me había insistido que tenía que conocer Casa Marisa y quedé con él y sus compañeros de trabajo para comer. El restaurante está a las afueras de Arteixo, en frente de la playa. Tuve que preguntar a algún lugareño, pero finalmente lo encontré. Después de un paseo por la solitaria playa, fui a deleitarme del plato del día en Casa Marisa. Costaba siete euros y nos puso una enorme tortilla de patatas, una bandeja de pulpo y para terminar tarta de queso casera con café. Fue difícil conducir hacia Santiago con la barriga tan llena.

Desde Valladolid hay 400 km. 4 horas de coche.
Visitas obligadas: Torre de Hércules, Plaza María Pita y Parque de San Pedro.



SANTIAGO DE COMPOSTELA

Santiago de Compostela... en obras.

A menos de una hora de viaje, llegué a Santiago de Compostela. Mi amigo Alberto, de couchsurfing, me recomendó buscar aparcamiento en la Avenida Ferrol, que está cerca del centro y no hay zona azul. Después de varias vueltas, encontré un hueco cerca de un colegio. Delante de mi coche, aparcó otro señor y se me ocurrió preguntarle si era “buena zona”. Sin problemas, me contestó (al día siguiente me acordé de él).

Qué voy a contar de Santiago que no se sepa. Lugares imprescindibles como es obvio la Praza de Obradoiro donde está La Catedral (tuve mala suerte porque están restaurándola y toda la fachada estaba con andamios), pero sus alrededores son espectaculares (en la misa de los viernes a las 19h se puede ver el botafumeiro). Está prohibido entrar a la catedral con mochila, incluso pequeña, para eso hay un negocio donde dejarla a un módico precio. Yo visité el edificio con una mochila pequeña bien pronto por la mañana y nadie me dijo nada, quizás porque apenas había gente. La entrada es gratis, pero al museo cuesta 6 euros, después hay cinco tipos de visitas con guías entre 10 y 15 euros. En mi opinión me parece caro. Decidí visitar el museo cuando vuelva y pueda ver la fachada sin andamios, al menos es una manera de “tener algo pendiente con esta ciudad”.
Santiago de Compostela.

Tuve la oportunidad de entrar en el Parador (Hostal Dos Reis Católicos), que es un museo y tiene unos patios con guías donde te explican la historia del edifico. El casco viejo es en sí una manera de disfrutar la ciudad, por lo que levantarse pronto en un lugar tan mágico como este es muy recomendable. Para los amantes de los mercados está el de Abastos y para las vistas panorámicas el parque Alameda, aunque pensé me decepcionó, porque no está tan alto y está rodeado de árboles, por lo que las vistas se desvirtúan.
Santiago es una ciudad universitaria y sin duda es algo a tener en cuenta. Hay una gran cantidad de estudiantes y, por lo tanto, una zona donde comer barato y salir de noche por los alrededores de la Praza Roxa.

Desde A Coruña hay 88 km, menos de una hora en coche. Fui desde Arteixo, por lo que evité el peaje.
Visitas obligadas: Catedral, Praza de Obradoiro, Mercado de Abastos y Parque Alameda.



RIAS BAIXAS - PONTEVEDRA

O Grove

Dejé Santiago a media mañana y, cuando fui a buscar el coche, un cabrón me había rayado el coche. Esta gracia me costó 80€, ya que no había alquilado el seguro del coche. Al final el alquiler me costó el doble.

Mi primera parada fue Vilanova de Arousa (después de pagar un peaje de 3,55€), me encontré con un pequeño pueblo pesquero donde intenté visitar el museo de Valle-Inclán, pero estaba cerrado (costaba 3€). Proseguí por la costa y llegué a la Isla de la Toja, famosa por su balneario y su tranquilidad. Lo más llamativo fue el puente que une esta isla con el pueblo de O Grove. A pesar de ser sábado me encontraba los pueblos muy tranquilos y sin turismo. Tomando un café me cogió por banda un lugareño que vendía cupones de la ONCE en bicicleta y en un momento arregló el mundo despotricando con todos y contra todos. Como todo pueblo pesquero, no solo la costa y el puerto me llama la atención, si no también los astilleros. (Esto se debe por haber nacido en interior). De Sanxenxo, que a pesar de ser una localidad veraniega, me gustó su paseo marítimo y el puerto.

Gaiteros en Pontevedra.
Pontevedra fue mi última visita del día antes de llegar a Vigo. Sin apenas tiempo, porque me esperaba el dueño de la casa de Airbnb, di una vuelta por el centro peatonal de la ciudad. Quería echar un vistazo a las ruinas de la iglesia de Santo Domingo (Las ruinas me atraen mas que la ciudad moderna). Después de deleitarme con unos gaiteros que se paseaban por la ciudad, me fui a Vigo pasando por el Puente de Rande (el peaje fue 3,65€) una estructura muy llamativa llena de largas barras sujetando las columnas.

Desde Santiago de Compostela estas a menos de una hora de la costa. De Pontevedra a Vigo hay un peaje que merece la pena coger para ver el monumental Puente de Rande.
Visitas recomendables: O Grove, Sanxenxo y, aunque no lo visité me hablaron muy bien de Cambados y la Isla de Arousa.



VIGO - BAIONA - A GUARDA

Parador Baiona.
El primer día en Vigo tuve que dar varias vueltas hasta encontrar un aparcamiento cerca del centro. Al preguntar a mi inquilino de airbnb por Vigo y la Arribada, la fiesta en la que se conmemora la llegada de la calavera Pinta al pueblo, me propuso cambiar el plan y casi olvidarme de Vigo. Como hay que hacer caso a los locales, esa noche cené con él y sus amigos y al día siguiente me fui a primera hora a Baiona, que está a 40 min. de Vigo.

El pueblo de Baiona está arrinconado al lado de lo que hoy día es el Parador de turismo, pero que en su momento más glorioso llegó a ser una fortaleza. Hoy en día queda la muralla y un paseo digno de no perderse donde se puede disfrutar del oceáno Atlántico. En una esquina todavía resiste al paso del tiempo la torre, donde estaba el faro, que vio el capitán Martín Alonso antes de volver de su viaje con Cristobal Colón y traer las noticias de haber llegado a India. Gracias a esto, el primer fin de semana de Marzo, Baiona se convierte en un pueblo medieval donde puestos de artesanía, venta de ropa y mucha comida y bebida se unen en una fiesta digna de visitar. En cada esquina hay montada alguna actividad y se puede practicar el lanzamiento con arco, montar a camello, usar el tiralíneas... en definitiva, no te aburres.


Arribada 2015. Baiona.
A pesar de que llegué pronto al pueblo, tuve que dar muchas vueltas para aparcar y al final dejé el coche en un mirador a las afueras del pueblo (cuando volví a por el, la carretera costera estaba llena de coches mal aparcados). Las fiestas son famosas en los alrededores y llevar vehículo es complicado. Después de disfrutar del pueblo y comer muchísimo, las calles empezaron a abarrotarse y empezó a parecerse a una manifestación, por lo que decidí que ese era el momento de marcharme.
No tenía previsto hacer ninguna visita más, pero viendo el mapa de turismo vi que A Guarda no estaba tan lejos (30 km.), por lo que fui a ver qué me encontraba. No tenía ni idea del Castro de Santa Trega, porque si lo hubiera sabido antes, no hubiera duda en bajar a verlo. Tras subir en coche dando un montón de vueltas a la montaña (y pensar que lo quería subir andando...) me encontré con unos yacimientos ancestrales con restos de lo que fue un asentamiento del siglo II-I antes de cristo. Emocionado por el descubrimiento seguí subiendo y llegué al mirador, donde no faltaba el restaurante y las tiendas de recuerdos. Desde de allí pude contemplar una vista formidable de la desembocadura del Miño y una visión inigualable del Océano Atlántico. Me quedé absorto durante un buen rato observando esa maravilla mientras luchaba en el sitio contra el fuerte viento.

Castro de Santa Trega. A Guarda.

De Vigo a Baiona hay 40 km. que puedes hacer sin peajes bordeando la costa. La carretera está en buenas condiciones y las vistas son fabulosas.
Visitas recomendables: Baiona, El Parador y el paseo por la muralla, la fiesta de la Arribada (primer fin de semana de Marzo) y el Castro de Santa Trega.






RIBADAVIA

Llegué a Vigo con dolor de garganta y algo de fiebre. Había estado tres días madrugando, conduciendo y visitando mil sitios, por lo que mi cuerpo, que no está en forma, me dijo que parara, así que al día siguiente, sin ganas de visitar más cosas me levanté tarde y me volví a Valladolid.

Ribadavia. Orense.
De camino de vuelta, paré en Ribadavia. Un pueblo en plena de ruta del Ribeiro que tiene un centro histórico muy interesante con su castillo en ruinas, su muralla y sus calles empedradas. Paseando me metí en una bodega muy peculiar llena de lugareños que veían como el Barça goleaba a su rival, alejada del turismo. El dueño me recomendó un lugar barato donde comer: El bar Caracas. Era un pequeño local de barrio con un menú del día que por 9 euros te ponía dos platos, postre y café. Con la panza llena me di una vuelta por la iglesia y el convento de San Domingo antes de emprender la vuelta a casa. Feliz de haber aprovechado cuatro días en Galicia, una zona que tenía muchas ganas de visitar, y con la suerte de que en todo el tiempo no me lloviera.

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